FORMA DE REDACTAR UN OBJETIVO
Una de las principales autoridades en la formulación de Objetivos de Aprendizaje Robert Frank Mager, que propone una serie de pautas para el diseño efectivo de estos.
Para la redacción de objetivos de aprendizaje realmente útiles se deben tener en
cuenta cuatro factores:
Una audiencia: que generalmente se refiere al estudiante
(el quién).
Un comportamiento o conducta: que describe lo que se espera que la audiencia pueda realizar
(el qué).
Unas condiciones o exigencias: que deben darse en el comportamiento
(el cómo).
Un grado: que determina el criterio de desempeño aceptable y permite evaluarlo
(el cuánto).
De los anteriores factores, el segundo es el que tal vez presenta mayores dificultades para establecerse con claridad, ya que los comportamientos esperados ya que los comportamientos esperados y observables que los definen o caracterizan se describen en los objetivos de aprendizaje mediante verbos. Como sucede en muchos casos, las frases que contienen no solamente los verbos que son apropiados sino que describen una actividad explícita, suelen resultar difíciles de redactar.
Por lo general, la formulación de objetivos de aprendizaje está ligada a la planificación formativa, que debe anticiparse y definir las acciones que se llevarán a cabo en el aula de tal manera que se desarrolle la propuesta curricular o formativa mediante contenidos, procedimientos y métodos que sean significativos para los alumnos.
Contenido y estructura del objetivo a redactar
Cada objetivo se asocia a un criterio con el que, posteriormente, se pueda evaluar o el grado de consecución o no de la conducta, y hasta qué punto se ha conseguido. Por tanto a la hora de redactarlos no es más importante la perfección técnica tanto como la intencionalidad formativa quede perfectamente definida para que el alumno sepa qué que se espera de él. Para ello se necesitan dos condiciones:
Que el objetivo tenga un carácter unívoco asegurando todo lo posible que su
lectura se interpretará siempre de la misma forma.
Que el objetivo sea observable respecto de la conducta que se requiere.
Es evidente la importancia que ello supone para el proceso de enseñanza-aprendizaje, y a tal efecto se suelen establecer unas reglas básicas a la hora de formular o redactar correctamente un objetivo de carácter operativo:
. Cada objetivo debe contener una única conducta a objetivar.
Se redactarán siempre en tiempo infinitivo y desde el punto de vista del sujeto que aprende centrándose en la actividad del alumno.
Evitar a toda costa las introducciones.
Se colocarán en la redacción las condiciones de consecución después de la conducta, y se expresarán en tiempo gerundio, participio o con alguna preposición.
El criterio debe aparecer siempre al final de la redacción del objetivo.
Se deben simplificar al máximo las expresiones que se usen para la redacción.
Una vez establecidas estas reglas de redacción básica, el siguiente paso será especificar cuál es la estructura formal del objetivo a redactar. En este sentido, existen dos modelos básicos para tal fin:
El modelo propuesto por Mager: se basa en la redacción de un objetivo sobre
la base de los siguientes pasos:
· Que identifique la acción que el alumno debe realizar para conseguir alcanzar el objetivo (escribir, decir, identificar, clasificar, etc.) y el contenido curricular correspondiente.
· Que describa las condiciones en las que se debe producir la acción (por ejemplo, con ayuda del siguiente material, en diez minutos, etc.).
· Que especifique el grado de calidad (por ejemplo, sin error, con tantas respuestas posibles, etc.).
El modelo de Birzea: que propone los siguientes pasos a la hora de redactar un objetivo:
· Quién producirá el comportamiento deseado.
· Qué tipo de comportamiento observable demostrará si el objetivo ha sido alcanzado
· Cuál será el producto final de dicho comportamiento.
· En qué condiciones deberá tener lugar el comportamiento que se pretende producir.
· Qué criterios determinarán si el producto es satisfactorio o no.
El modelo de Rodríguez Diéguez: que hace una propuesta exhaustiva estableciendo cuatro fases en la redacción del objetivo
· El título del objetivo: donde aparecerá una breve sentencia descriptiva con un verbo de acción.
· La descripción de las circunstancias: donde se relacionan las condiciones en las cuales se manifestará la conducta deseada, y deben detallarse los datos más relevantes tales como los instrumentos y equipos, qué ayudas especiales pueden ser utilizadas y cuáles no, la descripción de las condiciones ambientales que afecten a la posible ejecución del objetivo, y las exigencias concretas de cualquier tipo que faciliten la caracterización de la descripción de circunstancias.
· Los detalles de la conducta esperada: es decir, la conducta que el alumno debe realizar para demostrar que ha adquirido la habilidad pretendida. Debe indicarse la ejecución esperada, así como el posible resultado de la misma".
· La determinación del criterio de evaluación: que se llevará a cabo teniendo en cuenta que debe contener los siguientes elementos:
a) La indicación del estándar mínimo.
b) La indicación del tiempo en el que ha de ejecutarse la tarea.
f) El establecimiento de un mínimo de respuestas correctas, ya sea de forma absoluta, relativa, o indicando el grado porcentaje de acierto o la proporción de los mismos.
d) Establecimiento de un máximo de errores, y especificando la desviación aceptable.
Repertorio de verbos en la redacción de objetivos
Para que en la redacción de los objetivos quede claro el carácter de observable de las conductas, es necesario el uso de determinados verbos que precisamente expresen dichas acciones". Para facilitar la tarea a la hora de elegir los verbos a utilizar existen los llamados "repertorios de verbos de acción", cuyas principales ventajas son:
La rapidez: ya se tarda menos en determinar qué verbo es el idóneo para la conducta observada.
La seguridad: respecto del carácter observable, ya que todos los verbos de las listas lo son.
La coherencia: con las taxonomías educativas.
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