dijous, 25 de setembre del 2014

ESTILOS DE DIRECCIÓN

 ESTILOS DE DIRECCIÓN

INTRODUCCIÓN

            En el aprendizaje no sólo influyen los objetivos, métodos y técnicas, sino que la relación persona a persona es un aspecto central en la formación, el ambiente humano será el resultado de estas relaciones.
            Los estilos de enseñanza o estilos de dirección son los modos o formas en que el docente enfoca su comportamiento en la formación. Estos modos están Influenciados por la filosofía, ideas e incluso por la concepción del mundo y ti 1 hombre por parte del formador. Y aquí la personalidad del docente, va a r el molde de sus acciones y el modelo de sus alumnos. La actitud y el método de dirección del formador crean una auténtica umósfera de la que dependerá que aumente o disminuya el placer que el grup iente en la situación de formación y en consecuencia la eficacia del aprendizaje.
            El formador debe desempeñar varios roles en el aula, uno de estos roles S el formador como animador y líder del grupo. Bany y Johnson (1975) ircen que el liderazgo es esencial para una enseñanza eficaz, de tal forma que uno de los factores que conducen al éxito de un formador es el desarro 11 de una atmósfera psicológica positiva, en la que los alumnos puedan trahojar y aprender. Por tanto los objetivos de la dirección en el aula deben ser d : desarrollar una actitud psicológica positiva y hacer eficaz el aprendiI je.
            Bany y Johnson (1975) dividen la tarea del formador en tres grandes esquemas de actividad:




El formador como líder de un grupo debe facilitar y mantener un entorno positivo para el aprendizaje que permita la realización de las actividades de instrucción y evaluación. Un grupo que se halle desorganizado, que no tenga claros sus objetivos o que no esté cohesionado no será un buen grupo para el aprendizaje.

Por tanto el formador debe ayudar al grupo a identificar sus propias necesidades y proponer sus objetivos, a realizar lo que se ha decidido y a evaluar lo realizado, debe cuidar de que el grupo permanezca fiel a los objetivos propuestos, debe garantizar la unión entre los miembros del grupo y debe motivar a los alumnos hacia el aprendizaje (Beauchamp, Graveline y Quiviger, 1985).

Vamos a definir tres estilos de dirección: estilo autoritario, estilo democrático y estilo laissez-faire (Gibb, 1971; Aubry y Saint-Arnaud, 1972; Beauchamp, Graveline y Quiviger, 1985; Woolfolk y McCune, 1983). Cada formador realiza su trabajo de dirección del grupo conforme a su temperamento, según uno de los tres estilos de dirección. Esto es cierto, pero sólo en parte, porque ningún formador puede ser encasillado a priori y para siempre en un determinado estilo de dirección, como sucede con cualquier conducta docente hay que cambiar/o cuando la situación exija un cambio.

Resumimos las características del estilo autoritario en las siguientes:

•          Hay un estricto control por parte del docente que marca los objetivos, planifica las tareas, elige los materiales, evalúa el trabajo y fija las normas de la clase sin contar con los alumnos.

•          Indica el trabajo etapa por etapa dando un mínimo de información a los alumnos sobre el proceso total del trabajo.

•          Se itúa fuera del grupo en posición de superioridad, dirigiéndose a los alumnos individualmente Y no al grupo y adoptando un tono de autoridad.

•          El marco de encuentro estará previsto por el docente de antemano y no discutirá de ello con el grupo.

•          Como los objetivos son marcados por el propio docente, sin participación de los alumnos, será muy estricto en cuanto a la fidelidad a estos tal como  él los entiende, en caso de que se produzca desacuerdo en el grupo impondrá su parecer.

•          Preverá las actividades y procedimientos de antemano sin aceptar las sugerencias del grupo ni desviaciones de ningún tipo.

•          En el grupo las relaciones se centrarán en el formador pero hay poca comunicación, el clima es tenso y hay mucha hostilidad y agresividad movilizándose deseos de revancha en los miembros del grupo que procurarán satisfacer/os con los miembros más débiles del mismo que se verán transformados en chivos expiatorios.

•          En cuanto a la participación, es el formador quien lo dirige todo, los alumnos harán lo que el formador les diga pero sin iniciativa ni ingenio alguno, el «yo» prevalece sobre el «nosotros».

•          Con  respecto a la evaluación el formador tiende a no hacer/a, pero si se ve obligado impondrá su criterio y su manera personal de realizar/a, evitando que se le cuestione. Teme las reacciones del grupo y su evaluación.




El  estilo democrático se concreta en las siguientes características:

•          El formador conserva la dirección del grupo pero le presta ayuda para discutir a fondo la solución a problemas y tareas.

•          Ánima al grupo a organizarse como tal, procurando mover a todos los alumnos hacia una colaboración activa en los problemas respectivos.

•          Al indicar el trabajo indica su significado total, el núcleo central lo constituye la tarea como asunto común.

•          Prevé el marco de encuentro de antemano, pero discute con el grupo de ello para introducir mejoras o cambios.

•          Para la elección del objetivo ayuda al grupo a escoger pero es el grupo quien decide su propio objetivo. Una vez hecha la elección del objetivo mantiene al grupo en el objetivo que se ha marcado. Así mismo propone un abanico de procedimientos y actividades y solicita al grupo que elija y proponga otros nuevos, manteniéndolo luego en dicha elección.

•          Favorece la comunicación entre los miembros del grupo y con el formador mismo, dice «nosotros» cuando se dirige al grupo, facilita la actividad espontánea y la predisposición al trabajo común, crea :xn clima distendido de confianza y amistad que hace eficaz el aprendizaje.

•          El reparto de tareas se hace en común todos toman iniciativas y tienen responsabilidades.

•          En cuanto a la evaluación es muy importante para el formador democrático, que evalúa todos los aspectos posibles y da participación al grupo para escoger los mecanismos de la misma, no teme la evaluación porque aunque el grupo lo evalúe negativamente ve en ello una oportunidad de mejorar.



El estilo de dirección laissez-faire parte del concepto de que un grupo despliega sus propias fuerzas por sí solo, con tal que se le deje posibilidad suficiente para ello. Tiene las siguientes características:

•          El formador deja que todo suceda de una manera pasiva, condescendiente y sin intervenir, desinteresándose del proceso formativo y esperando que el grupo resuelva los problemas por si solo.

•          En relación al marco de encuentro, el docente a parte del lugar prácticamente no prevé nada más.

•          En cuanto al objetivo plantea su' elección de un modo muy general pero deja que el grupo vaya a su aire, por lo que puede suceder que no sea elegido por el grupo, sino por los líderes naturales del mismo que lo impondrán a los demás miembros haciendo surgir en ellos sentimientos de frustración.

•          Igual sucede con las actividades y procedimientos que apenas son propuestas por el formador, por lo que el grupo es requisado por sus líderes aún cuando ello no convenga a todos.

•          Las relaciones en el grupo son inestables, se da el aislamiento de determinados miembros y hay una impresión de ineficacia y pérdida de tiempo. Reina un sentimiento de desconcierto e inseguridad dentro del grupo que provoca desamparo en los miembros más impulsivos y terror en los más débiles. Se produce así un desmoronamiento del grupo con tendencia a la formación de clanes y pandillas y crecientes rivalidades.

•          La participación es vacilante, el formador deja hacer, surgen iniciativas por parte de algunos miembros (líderes) y pasividad por parte de otros.

•          El formador no piensa en la evaluación y si lo hace es de un modo muy general y superficial.


La elección de uno u otro estilo de dirección va a depender del tema que el docente enseñe, de las capacidades y expectativas de sus alumnos y de su propia personalidad. A modo general podemos decir que: cuanto más autoritario es el formador el grupo se siente más insatisfecho, cuanto más democrático es el formador más tiende el grupo a participar activamente y a abrirse, habrá más agresividad y oposición en el grupo dirigido por un formador autoritario que será más dependiente y menos original.

En todo proceso formativo que pretenda el crecimiento y desarrollo de las personas y los grupos, una dirección democrática será la única válida a largo plazo, aunque a corto plazo no parezca ser siempre la más eficaz. En situaciones en las que se busque la eficacia y el rendimiento inmediato será más apropiado otro tipo de dirección.



Es importante elegir el estilo de dirección adecuado en cada momento para que el aprendizaje sea eficaz y para desarrollar en los alumnos actitudes de cooperación y de autonomía, por eso es de vital importancia que en formación de formadores los alumnos conozcan las características de cada uno de los estilos de dirección así como sus repercusiones, y estén preparados para en un futuro elegir el estilo de dirección adecuado.

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