Diferencias entre la formación de oferta y la formación de demanda
La formación profesional es considerada como una de las claves para el desarrollo empresarial de un país. Por ese motivo, en los últimos años, se han intensificado el número de medidas y acciones para la promoción y desarrollo de acciones deformación para el empleo (Formación de oferta y formación de demanda)
El interés en la impartición de este tipo de acciones formativas no sólo estriba en la reducción de la tasa de desempleo, sino también en la mejora de las competencias profesionales de quienes ocupan un puesto de trabajo y por ende en la mejora de la competitividad de las empresas para las que prestan sus servicios.
Si bien es cierto que tanto la formación de oferta como la formación de demanda forman parte de las “enseñanzas no regladas” estas se diferencian tanto en su financiación como en el papel que juegan los intermediarios (Administraciones públicas, Agentes Sociales o entidades privadas)
• Formación de oferta: Se denomina formación de oferta (o formación ocupacional) porque su desarrollo parte de la Administración pública, agentes sociales, o entidades privadas.
Este tipo de formación, subvencionada por el Estado y el Fondo Social Europeo, “capacita para el desempeño cualificado de las distintas profesiones y para el acceso al empleo”
Ejemplos de este tipo de acciones formativas son:
→ Formación para el desarrollo estratégico de una región
→ Formación para el desarrollo de nuevos sectores profesionales
→ Formación para la inserción laboral de colectivos en riesgo de exclusión social
• Formación de demanda: También conocida como formación continua, tiene como objetivo el desarrollo curricular de trabajadores, a través de procesos de recualificación profesional, y por ende a la mejora de la eficiencia y competitividad empresarial.
Por ese motivo, este tipo de acciones formativas están dirigidas a cubrir las necesidades de formación tanto de empresas como de trabajadores.
Si la formación de oferta era financiada a través de subvenciones, la formación continua es financiada a través de un sistema de bonificaciones, es decir, las empresas disponen de un “crédito formativo” cuyo importe proviene de las aportaciones de las empresas a la Seguridad Social.
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