actitudes del ⁄ de la adulto⁄a respecto al aprendizaje
el ⁄ la adulto ⁄a se caracteriza por una serie de actitudes respecto al aprendizaje, las cuales
podríamos resumir en:
a) resistencia: el⁄la adulto⁄a tiende a oponer resistencia al cambio de personalidad que
supone la educación. a menudo, de manera inconsciente, el⁄la adulto⁄a ve la novedad como
una amenaza. esta resistencia deberá tratar de vencerla el⁄la formador⁄a haciendo ver los
beneficios que reporta el cambio.
b) interés: normalmente el⁄la adulto⁄a asiste a clase por propia convicción. esto es un
elemento positivo, pero también supone que el nivel de exigencia del⁄de la adulto⁄a es mayor.
este⁄a tiende a abandonar el aprendizaje si no ve claro el fin o si cree que su esfuerzo no
responde a sus necesidades. el⁄la formador⁄a deberá, por tanto, definir claramente los
objetivos que persigue, conocer las necesidades concretas de sus alumnos y articular sus
acciones de forma muy clara.
c) curiosidad limitada: la inteligencia del⁄de la adulto⁄a, al contrario de la del⁄de la nino⁄a o
del⁄de la adolescente, no está en fase de expansión. recurre a la formación en la medida en
que ésta responde a una necesidad y por ello exige conocer la conexión entre las tareas que
realiza y el objetivo. requiere economía de esfuerzo.
d) impaciencia: como consecuencia de su sentido de la economía del tiempo y el esfuerzo,
el⁄la alumno⁄a adulto⁄a tiende a ser más impaciente. los diferentes estilos de aprendizaje van a
exigir un esfuerzo de adaptación del⁄la formador⁄a y de los programas a fin de satisfacer en lo
posible a todo el grupo.
e) responsabilidad: el⁄la adulto⁄a se resiste a ser un elemento pasivo en su formación, ya que
está habituado a asumir la responsabilidad de sus acciones. facilita su participación en el
proceso el hecho de que se siente cercano al⁄a la formador⁄a, sin el temor infantil; pero no
olvidemos que rechazará, por esto mismo, el estilo autoritario.
el⁄la formador⁄a deberá presentarle con claridad el objetivo, dándole la oportunidad de
discutirlo y de valorar y evaluar el proceso y los resultados.
f) emotividad: las emociones juegan un papel fundamental en la formación de los⁄as
adultos⁄as. el miedo a la frustración y al ridículo son grandes, y se acentúan en aquellos⁄as
alumnos⁄as con menor nivel de formación. nunca deberá fomentarse un sistema competitivo en
grupos con niveles dispares, ni hacer críticas negativas en público, ni permitir que transcienda
fuera del aula el nivel de aprendizaje de un⁄a alumno⁄a.
g) motivación: podríamos definirla como la tensión que mueve al individuo hacia una meta.
estaría integrada por tres componentes: la expectativa (¿soy capaz de hacerlo?), el valor (¿por
qué lo hago?) y lo afectivo (¿cómo me siento al hacerlo?). en el⁄la adulto⁄a las motivaciones
pueden ir desde el deseo de promoción profesional a la satisfacción de frustraciones. así, el
poder motivador de una actividad formativa será mayor cuanto más conecte con las
necesidades del⁄la alumno⁄a.
h) verificación o evaluación: el esfuerzo realizado por el⁄la adulto⁄a debe ir verificando su
eficacia de forma continuada. para esto debemos estructurar nuestros contenidos en etapas
breves y escalonadas cuya asimilación se verifique de manera casi inmediata. esto es también
fundamental a la hora del refuerzo al⁄a la alumno⁄a. los cuestionarios, ejercicios prácticos, etc.
serán alguno de los medios utilizados.
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