EL FORMADOR
El formador
Junto con el grupo de los alumnos o destinatarios de la formación, el formador el otro protagonista esencial en el proceso de enseñanza-aprendizaje y en la inter ción didáctica que se produce en el seno de dicho proceso.
a} Funciones del formador
Básicamente, el formador debe presentar las Sientes actitudes:
El formador debe facilitar y ayudar pedagógicamente a sus alumnos, siendc consciente de su obligación de hacer posible que puedan desarrollar todas sus potencialidades en cuanto a habilidades, aptitudes, etc. En este sentido, todo formador debe ser:
* Auténtico, al ser capaz de ser congruente, auténtico y sincero respecto de
su interacción con los alumnos.
* Empático, al desarrollar la capacidad de captar la intensidad emocion
que los mensajes de los alumnos puedan expresar.
* Considerado, mediante el respeto y el aprecio, en su justa medida, de las
manifestaciones afectivas de los alumnos.
Todo ello acompañado de un clima de diálogo humano, que contribuya a crea: un adecuado ambiente de seguridad para eliminar las posibles dificultades que puedan surgir.
El formador debe enseñar de tal forma que, cuando un alumno se enfrente al hecho de adquirir nuevos conocimientos, habilidades o actitudes, estimule apropiadamente su capacidad de análisis, la síntesis, la capacidad crítica, la posible aplicación de los conocimientos adquiridos, y la evaluación. Por tanto, facilita la información y adiestra en el uso de nuevos procesos pedagógicos, asegurándose de que los alumnos aprenden lo que tienen que aprender, y según los objetivos y expectativas previstos. El formador debe organizar, así como planificar y gestionar la acción formativa, y para ello debe:
* Establecer para cada acto formativo los objetivos partiendo de las propias necesidades del grupo.
* Organizar y seleccionar los distintos tipos de contenidos, así como las actividades y los recursos didácticos más apropiados.
* Evaluar el proceso y los resultados conjuntamente con los alumnos.
Proponer, usar, sugerir, explicar, resumir, etc., los conocimientos que se
van adquiriendo en cada sesión formativa.
* Ser capaz de interpelar al grupo de alumnos o al alumno concreto para
suscitar la capacidad de investigación y la participación activa de todos.
El formador debe regular y/o catalizar la buena, correcta y adecuada cohe sión del grupo de alumnos, estando alerta ante posibles tensiones y conflictos, haciendo que los objetivos individuales reviertan siempre en los objetivos comunes.
Del equilibrio de estas cuatro actitudes se derivará una adecuada solidez y cohesión en la práctica docente del formador, haciendo que su actividad esté compensada en todo momento y adaptada según las circunstancias que vayan surgiendo a lo largo de todo el proceso de enseñanza-aprendizaje .
Perfil del formador
Si un formador concreto aspira a desarrollar su cometido con la adecuada competencía. eficiencia y profesionalidad, debe reunir una serie de cualidades, así como los conocimientos, habilidades y actitudes adecuadas. Grappin, ayudándose de un símil anatómico, establece las cualidades que debería reunir un verdadero formador. En este sentido, afirma que los formadores son mujeres y hombres que deben tener "algo en la cabeza, en el estómago y el corazón". Veamos por qué:
En la cabeza, respecto del fondo y la forma, ya que debe dominar la materia que imparte, saber situarla en el espacio y en el tiempo, y saber organizarla aclarando y expresando sus distintos aspectos.
En el estómago, respecto a la capacidad para poder aguantar con entereza un auditorio concreto sin irritarse a pesar de que haya motivos para ello, sabiendo dirigirlo sin caer en la dictadura, posibilitando la expresión de las individualidades sin que perjudiquen a la generalidad del grupo, y siendo riguroso respecto a los objetivos y programa establecidos al mismo tiempo que tolerante.
En el corazón, amando su oficio de formador, formando e informando para descubrir, comprender y admitir sus propias dificultades, ayudando a los alumnos a que consigan estar seguros de su aprendizaje y de sí mismos, corrigiendo, si procede, sus propias concepciones sin provocar confusión entre lo que interesa y.lo que es de su interés. Ser generoso y estar disponible.
Una cuestión a tener en cuenta, y que no debemos confundir nunca en cuanto a la competencia profesional se refiere, es la que se deriva de las diferencias entre un formador y un responsable de formación, ya que no es lo mismo uno que otro. En el cuadro que sigue se expresan los perfiles de ambos
DIFERENCIAS ENTRE EL FORMADOR Y EL RESPONSABLE DE FORMACIÓN
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Carácteristicas
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Formador
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Responsable de formación
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Competenciales
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- Técnicas y tecnologías formativas.
- Diagnóstico de necesidades de formación.
- Análisis de puestos de trabajo y per-
files profesionales correlativos.
- Evaluación de la formación.
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- Técnicas formativas.
- Plan de formación.
- Planificación estratégica.
Empresariales.
- Recursos Humanos.
- Formación de Formadores.
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Conductuales
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- Capacidad pedagógica y docente.
- Capacidad de síntesis.
- Minuciosidad.
- Observación de conductas.
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- Técnicas de presentación.
- Conductas creativas.
- Técnicas de negociación.
- Habilidades sociales.
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Actitudinales
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- Trabajo en grupo.
- Responsabilidad.
- Motivación por metas a corto plazo.
- Desarrollo de conductas asertivas.
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- Flexibilidad frente al cambio.
- Trabajo en grupo.
- Motivación de logro elevada.
- Motivación por metas a largo plazo
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Con todo ello, se podría afirmar que un buen formador debería reunir las siguierr
tes cualidades básicas:
POSIBLES CUALIDADES DE UN BUEN FORMADOR
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CONOCIMIENTOS
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ACTITUDES
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HABILIDADES
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- Un nivel cultural medio/alto.
- Especialista en la materia a impartir.
- Con conocimientos gene-
rales tanto empresariales
como laborales.
- Preparación pedagógica.
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- Capacidad de flexibilidad y. adaptación.
- Buen comunicador y transmisor.
- Elevada capacidad de investigación, renovación y creatividad.
- Capacidad para el trabajo en grupo
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- Buen planificador, gestor y organizador de la forma-
ción.
- Destreza en el manejo de
métodos, técnicas y recursos didácticos.
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c) Características comportamentales del formador
Cuando el formador se encuentra en pleno acto formativo puede desarrollar distintos comportamientos ante el grupo de los alumnos, y cuya eficacia dependerá de las circunstancias concretas en que se desarrolle la acción formativa. Tomando como base los planteamientos propuestos en este sentido por Cesse', los comportamientos que el formador puede presentar pueden ser de dos tipos: convencionales y no convencionales.
Comportamientos convencionales: los presenta el formador en el contexto de un enfoque más o menos convencional de la formación y suelen ser a los que más se recurre.
Las preguntas abiertas: que pretende recoger el máximo de información posible de los alumnos, ya que suscita con ella la participación activa, apela a las aportaciones individuales y enriquece la reflexión en grupo, y verifica el nivel que los participantes presentan respecto al tema que se está tratando para poder ajustar luego sus intervenciones a dicho nivel.
Los silencios pedagógicos: que proporcionan a los alumnos un máximo de tiempo en el uso de la palabra, ya que, después de lanzada la pregunta, el formador guarda silencio para conceder a los alumnos el tiempo necesario para que reflexionen y se decidan por la respuesta.
La remisión al grupo: en donde el formador solicita del grupo que responda a las preguntas que los mismos alumnos le dirigen a él. 1.0 que permite al formador reflexionar sobre la respuesta que se debe dar a la cuestión planteada, al mismo tiempo que ofrece a los alumnos la posibilidad de intervenir de forma más protagonista en los debates (utiliza al grupo como recurso). Se trata de un método idóneo para comprobar el nivel del grupo con respecto al tema que se, trata.
El uso de historias y metáforas: en donde se introduce una historia o relato de una experiencia vivida con la intención de que se comprendan mejor los puntos tratados, los alumnos se relajen, se relacione la teoría y/o conceptos presentados con la realidad, y se motive a los alumnos ampliando el campo de reflexión.
La reformulación: que consiste en que el formador reformula o repite los comentarios de los alumnos usando los mismos conceptos, con lo cual demuestra que realmente escucha a los alumnos y se asegura que todos los participantes han retenido la información proporcionada por alguno de ellos. También sirve para conceder más tiempo en la respuesta a cualquier cuestión que se plantee por parte del grupo, y cuando ésta se sigue de silencios.
La elaboración constructiva: consiste en partir de una idea emitida por los alumnos y en la que el formador desarrolla un tema relacionado con lo tratado, o distinto, si lo estima conveniente. Posibilita la profundización en el tema relacionando ideas con otras ya tratadas o que se van a tratar, al mismo tiempo que se racionaliza el orden de tratamiento y estudio de los distintos puntos del tema.
Las síntesis periódicas: en donde el formador resume, al finalizar cada sesión o unidad didáctica, lo que se ha tratado, de tal forma que se concreten los aspectos esenciales del.mensaje pedagógico y, si procede, enlazar con lo que se va a tratar posteriormente.
La regla de tres, consistente en tres pasos: primero, anunciar lo que se va a decir; segundo, decirlo, y tercero resumir lo que se acaba de decir. Con este comportamiento pedagógico se pretende dar unidad a cada mensaje o sesión formativa. .
Las expectativas hacia los alumnos: es decir, la confianza que se tenga en el éxito de los alumnos por parte del formador influye en los logros de aquellos. O, lo que es lo mismo, si se confía en que un alumno está capacitado para conseguir buenos resultados, al final acaba consiguiéndolos; y al contrario, si creemos que un alumno obtendrá malos resultados no le prestaremos tanta atención y seguramente fracasará. Con esta actitud se pretende apoyar permanentemente el proceso de aprendizaje, generando confianza y seguridad en el alumno y potenciando el desarrollo de cualidades y habilidades.
También llamado efecto Pigmalión, y más que un comportamiento se trata de un principio de carácter general que debe orientar cualquier actuación del farmador en el aula y con el grupo de alumnos.
Los comportamientos no convencionales: este tipo de comportamiento en el formador depende, sobre todo, de las propias características del grupo formativo y se usan tanto como los convencionales,
El formador que "no comprende": con este comportamiento simulado el formador plantea una serie de preguntas que reformula malo hace inadecuada mente de forma intencionada con la intención de forzar a los alumnos a que profundicen y precisen sus ideas y argumentos, El riesgo está en que suele crear frustración entre los participantes y también desencadena reacciones neqativas".
El alumno puede sentir y pensar que como es incapaz de comprender la pregunta lo mejor es dejar de participar (repliegue en sí mismo) o bien puede tomar una actitud negativa (agresiva).
El formador como provocador: tiene por objeto suscitar y desarrollar el juicio crítico en los alumnos e impulsarlos a que maticen sus posturas haciendo que reformulen sus argumentos con exaqeración. Puede ocasionar cierto bloque o actitud negativa para proseguir en los alumnos.
La llamada "pedagogía de la provocación" se basa en unas actitudes (1. Que el adulto sabe lo que quiere y que es capaz de aceptarse para lograr sus objetivos; 2. Que el papel del formador es el de estimular a cualquier costa la reflexión del alumno/a; 3. Que el conflicto entre formador y alumno es aceptado y deseado por ambos.) y unos comportamientos determinados (1. El fonador provoca al alumno usando generalizaciones; 2. El formador lleva sus razonamientos al extremo y provoca el "choque" con los alumnos; 3. El formador usa expresiones como "todos", "nadie", "siempre", "nunca", "imposible", etc.).
La desviación pedagógica: en este caso el formador responde de pasada a las cuestiones que suscitan los alumnos, intentando con ello desviar el diálogo sobre el tema de reflexión y sugiere al mismo tiempo otras pistas posibles como elementos de análisis. Con ello se pretende fomentar la posibilidad de otros puntos de vista, la creatividad o la posibilidad de examinar las cuestiones desde otras perspectivas nuevas,
La pedagogía del error: en ella se cometen voluntariamente errores por parte del formador en la exposición o demostración de tal forma que se mantenga la atención de los alumnos (que han sido prevenidos previamente por el formador) para que detecten los errores y corregirlos a su debido tiempo, dando con todo ello un carácter activo de reflexión en los alumnos.
El formador sarcástico: en este caso el formador realiza comentarios sarcásticos respecto de los alumnos intentando provocar en los mismos reacciones de afirmación y la voluntad de demostrar sus conocimientos y competencia. El alumno intentará demostrar que no es tan estricto o intransigente como pretende el formador, probando que es tan capaz como los demás al tiempo que demuestra el error en el formador.
d) Otras situaciones provocadas por el formador
El formador, además de plantearse continuamente cómo debe actuar para que el acto pedagógico sea lo más motivador, estimulante y eficaz posible, debe contemplar otras situaciones concretas derivadas de su actuación y comportamiento como tal, así como en su relación con el grupo de alumnos. Debe, por tanto, adolecer de cierto don para ser capaz de comunicarse y de mantener relaciones interpersonales, así como para concentrarse en los contenidos como tareas, y en el proceso didáctico en que se esarrollan como relaciones. Desde esta óptica, dentro del aula o grupo de clase se pueden presentar tres tipos de situaciones pedagógicas concretas:
SITUACIONES PEDAGÓGICAS
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SITUACIÓN AMBIGUA
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SITUACIÓN ESTABLE
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SIT. MUY ESTABLE
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- Motivación de los alumnos escasa.
- Objetivos poco claros.
- Autoridad del formador no firme en cuanto a conocimientos y posición social dentro del grupo
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- Fuerte / debil motivación de los alumnos
- Objetivos poco/muy claros.
- Autoridad del formador
poco/muy firme.
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- Motivación de los alumnos fuerte
- Objetivos pedagógicos muy
claros
- Autoridad del formador muy firme.
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Actitud del formado ante cada una de las situaciones pedagógicas.
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Se centrará en el contenido pedagógico clarificando los objetivos formativos, seleccionando las prioridades y determinando los módulos síntesis sistemáticas y evalúaciones periódicas.
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Orientará hacia el proceso pedagógico, clarificando las expectativas de los alumnos, intensificando la comunicación y la motivación, y creando un espíritu de equipo.
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Se centrará en el contenido pedagógico, haciendo que se adquieran aptitudes y conocimientos relativos al tema pedagógico, discutiendo su aplicación, expío- randa los temas y analizándolos con detenimiento.
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Todo ello en un clima de relación auténtica con los alumnos basada en la confianza, la estimulación intelectual, la expresión mutua de sentimientos y jovialidad, superando limitaciones sociales y culturales, y siendo uno mismo.
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Otro aspecto a tener en cuenta por el formador es que debe remover cualquier obstáculo y ser capaz de mantener la motivación de los alumnos, y para conseguirlo debe incidir de forma continua tanto en el entorno pedagógico como en el mismo acto pedagógico.
Incidiendo en el entorno pedagógico: de tal forma que al incidir sobre él se refuerce la motivación, siempre que conduzca a eliminar aquellos factores que no son motivadores. Para ello debe tener en cuenta factores tales como la relación formador-alumno, las condiciones materiales de aprendizaje (aula, recursos, ambiente), la autoridad que ejerza el forníador y el sentimiento de seguridad de los propios alumnos.
Incidiendo sobre el acto pedagógico: es decir, sobre aquellos elementos propios de dicho acto, que, como consecuencia, incide directamente sobre la motivación del alumno. Se consigue haciendo al alumno responsable de su propio aprendizaje, haciendo que se desarrolle personalmente a partir de la adquisición de aptitudes y conocimientos (ser más y mejor), organizando el proceso de aprendizaje para que al alumno le resulte lo más fácil posible conseguirlo, y haciendo que el aprendizaje sea atractivo y se reconozcan los progresos conseguidos por los alumnos, para que se siente apoyado, animado y sostenido.
Finalmente, el humor y el suspense son dos aspectos a tener en cuenta en la incidencia que el formador puede tener en el grupo de alumnos, ya que todo acto formativo no deja de ser una "representación" en un escenario (clase) que cumple con los requisitos de una puesta en escena, al presentar la intriga, el desarrollo y el desenlace de la acción, unido todo ello a ciertas dosis de suspense que hace más eficaz el acto formativo, en tanto que provoca expectación e interés.
El humor formativo: permite que las discusiones se desarrollen con la menor tensión posible, facilita la consolidación del grupo al establecerse entre sus miembros una reacción afectiva común, suavizando los posibles conflictos y confrontaciones que surjan, a la vez que crea una cierta complicidad entre formador y alumnos y provoca momentos de esparcimiento y relajación de tensiones.
El suspense formativo: teniendo en cuenta que cualquier acto formativo conlleva ciertas dosis de concentración de energía manifestada en la velocidad del intercambio de ideas, si dicha energía es baja y se hace lenta y pesada la intervención pedagógica y la interacción casi no existen, el formador debe propiciar situaciones de drama y suspense haciendo que su intervención se produzca de forma que el "misterio" o "suspense" se descubra poco a poco, usando variedad en los métodos pedagógicos y provocando, con ello, que en los alumnos surja el ansia por conocer.
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