dilluns, 27 d’octubre del 2014

EL DIAGNÓSTICO INICIAL : EL ANÁLISIS DEL GRUPO DE APRENDIZAJE





EL DIAGNÓSTICO INICIAL : EL ANÁLISIS DEL GRUPO DE APRENDIZAJE

        Debemos tener en cuenta que las acciones de formación de los cursos de f.p.o. van dirigidas a un colectivo específico: los/ las adultos⁄as. El⁄la formador⁄a debe saber diferenciar los distintos tipos de grupos que se pueden formar en el aula, sus características y las formas de actuar frente a estos determinados grupos.
        Un grupo es algo más que la suma de sus miembros. Surge cuando varias personas se unen y establecen relaciones e influencias entre si.
         La explicación de los fenómenos de grupos hay que buscarla en la interacción que en ellos tiene lugar, y no en la naturaleza de los miembros.
        La clase es un grupo peculiar y, en principio, no podríamos considerarla un grupo propiamente dicho; sería necesario, para ello, que dispusiera de una finalidad y de un dinamismo propio fruto de las relaciones que se establecen entre sus miembros.

        Atendiendo a los⁄as destinatarios⁄as del programa podemos diferenciar dos formas de realizar dicha programación:

        a) cuando conocemos al grupo de alumno⁄as antes de realizar la programación:         por lo que podremos tener en cuenta sus características e incluso, a ser posible,         consultarles.
       
        b) cuando no conocemos al grupo de alumnos⁄as antes de realizar la         programación: en este caso podemos realizar el diseÑo para un grupo hipotético         y ,cuando conozcamos al grupo, adaptar dicha programación a sus   características y necesidades.

 CARACTERíSTICAS A TENER EN CUENTA DEL GRUPO-CLASE

El⁄la formador⁄a ha de tener en cuenta a la hora de enfrentarse al grupo⁄clase:

        a) el grupo-clase se hace a lo largo del curso.

        b) los intereses y conductas del grupo, el⁄la tutor⁄a y el propio profesorado

        c) el alumnado no está en el grupo-clase por elección; los objetivos, la    estructura y los contenidos de trabajo son impuestos en buena parte.

El buen funcionamiento de un grupo depende de la presencia de una serie de aspectos
básicos, que son en definitiva los que definen un grupo:

        * afecto, estima y seguridad: El grupo debe proporcionar a cada alumno⁄a   sentimientos de seguridad, apoyo y reconocimiento de su valia.

        * metas grupales conocidas y compartidas: son los objetivos y la finalidad del  grupo.Saber para qué se ha constituido y cuál es su finalidad.

        * roles asumidos y deseados: a cada miembro de un grupo se le asigna un papel, una conducta que es esperada, determinada, aceptada o tolerada por el grupo en   relación con la posición que ocupa.

        * normas, cohesión grupal: lo que le da cohesión a un grupo, sentido de         cooperación y deseo de trabajo conjunto, es la existencia de una serie de normas  conocidas, pactadas y aceptadas.

        * comunicación e interacción: la comunicación e interacción dentro del grupo es un componente básico para el desarrollo de un sentido de vinculación a un  grupo. A veces éste no se produce por falta de un procedimiento de     comunicación adecuado al del grupo.

        * pertenencia: sentimiento de formar parte de un grupo.


FUNCIONES DE LOS GRUPOS

        Son muchas las razones por las que nos reunimos en grupo. A continuación se exponen algunas de las que consideramos más importantes:

A) para satisfacer necesidades

·  físicas (alimento, salud, descanso, cobijo y sexo)

·  De seguridad (integridad, economía, trabajo)

·  Sociales (relacionarse, tener amigos⁄as)

·  Del yo (afianzarse en el conocimiento de sí, estima de los⁄as demás)

·  Autorrealización (en el ámbito de la belleza, personalidad, confrontación de valores,
justicia, orden, cultura, servicio...)

B) para realizar actividades que una persona sola no pueda conseguir

C) para hacer nuestros los objetivos de un grupo con el que nos identificamos

D) para seguir a un⁄a líder que nos ofrece garantías

E) para participar en actividades con las que poder sentirnos a gusto

f) para disponer de una serie de recursos y materiales

g) para aprender, para relacionarnos...

        El⁄la docente, mediante el análisis grupal, irá conociendo las características previas del alumnado, sus experiencias, nivel de instrucción, motivación o motivaciones, intereses, situación socioambiental y laboral... Ello permitirá llevar a cabo una formación individualizada y adaptada a las características de cada persona.




CLASIFICACIóN DE LOS GRUPOS

podemos identificar a los grupos según distintos criterios de clasificación:

1. Según el número de miembros

•  Micro grupo: formados por un número de participantes que no suele exceder las 20 personas. Esto permite que se relacionen entre sí de forma directa.


•Macro grupo: a partir de las 20 personas, más o menos. El número de miembros en este caso es tal, que éstos no pueden apenas relacionarse entre sí directamente.

2. Según las relaciones

•primarios: las relaciones interpersonales son directas y diarias. hay una gran
fluctuación del tono emocional, hondas vivencias satisfactorias y hondos disgustos.
Ejemplo: la familia, los grupos infantiles de juegos (pandillas), los de trabajo.

•Secundarios: relaciones interpersonales abstractas. En ellos las emociones se
muestran más restringidas. Normalmente buscan un interés común externo: sociedad,
empresa.

3. Según la estructura

•Informales: suelen ser primarios. Estructura poco rígida, no hay normas.

•formales: la formalidad es una característica típica de los grupos secundarios, que quieren una estructura con cierta complejidad y organización para alcanzar sus objetivos.

4. Según la composición

•Exclusivos: sólo admiten cierto tipo de personas que deben cubrir una serie de requisitos. Ejemplo: colegios profesionales.
•Inclusivos: abren sus puertas a todos⁄as y solicitan adhesiones. No exigen requisitos, aunque se dé por sentado que se deben aceptar las normas. Ejemplo: partidos políticos.



ESTRUCTURA DEL GRUPO

        El tipo de relación, de organización y el grado de formalismo que se establece en un grupo, condiciona de alguna forma su dinámica y funcionamiento. Todos los grupos poseen una organización interna o estructura, que podríamos definir como un patrón de conductas y relaciones entre los miembros que permanece generalmente estable.

Respecto a la estructura en el grupo aula, pueden distinguirse dos dimensiones:

        1. Dimensión explícita o estructura formal: es el conjunto de elementos constituyentes que pueden observarse directamente;

        - TamaÑo del grupo

        - Lugar físico

        -características de los⁄as alumnos⁄as

        2. Dimensión implícita o estructura informal: podríamos definirla como la afectividad latente que  reina en el seno del grupo;

        - Estructura de atracción

        - Estructura de poder

        - Estructura de comunicación

        - Estructura de roles

2.4.5. ETAPAS DE FORMACIóN DE LOS GRUPOS

        El buen funcionamiento de un grupo se manifiesta en una serie de conductas grupales que nos avisan del grado de consolidación y de productividad. La constitución de la clase como un grupo es un proceso que pasa por una serie de momentos.

Se pueden apuntar cuatro etapas en el proceso de conformación de los grupos:

        1. De orientación: situación inicial de agrupamiento.cada alumno⁄a trata de saber   a qué atenerse dentro del grupo, a conocer sus tareas y responsabilidades en el mismo.comienzan a aparecer expectativas positivas respecto a lo que puede  conseguirse dentro del grupo a la vez que cierta ansiedad respecto al propio   comportamiento, al del⁄ de la líder y al del resto de compaÑeros⁄as. Los⁄as  alumnos⁄as comienzan a conocerse entre sí, conocen las aficiones de sus compañeros⁄as y conocen al profesorado.

        2. De asentamiento y clarificación: predomina la insatisfacción originada por la  comparación entre las expectativas ideales depositadas en el grupo y las que  realmente puede cumplir.

        Tiene lugar posteriormente un momento de resolución; es decir, de descenso de la  insatisfacción y aumento de sentimientos positivos, siempre que se hayan  puesto en juego procedimientos de trabajo grupal que hayan permitido superar  los posibles conflictos e insatisfacciones.

        3. De productividad: en esta etapa se denota un deseo de participación de los⁄as    alumnos⁄as en la experiencia grupal. ésta se lleva a cabo con un alto nivel de eficacia gracias a la existencia de metas claras y compartidas, roles asumidos y deseados (tareas definidas y repartidas), normas compartidas, coordinación  efectiva y clima general de colaboración.

        4. De clausura: aparece la necesidad de balance final para que el grupo sea consciente de lo conseguido, evitando sentimientos de frustración por la sensación de pérdida.



Para que el grupo se constituya como tal desde el principio y evitar que surjan problemas, es conveniente desde el comienzo:

        - Tener en cuenta la estructura informal de la clase: observar a los⁄as alumnos⁄as líderes, aislados⁄as y rechazados⁄as, las agresiones personales, etc.
       
        - Negociar con los⁄as alumnos⁄as ciertos aspectos de su aprendizaje: la metodología a utilizar, los contenidos más significativos, el tipo de evaluación. Es importante que el grupo-clase asuma sus propias metas de aprendizaje; así como las normas internas para el funcionamiento del aula.

        - Estimular la colaboración frente a la competición.

-         fomentar la participación en el aula.


PRINCIPIOS GENERALES PARA EL TRABAJO CON GRUPOS DE APRENDIZAJE

        Además de que el⁄la formador⁄a de cursos de formación profesional Ocupacional ha de tener en cuenta que va a trabajar siguiendo los principios pedagógicos de aprendizaje de las  personas adultas (interés, motivación, actividad...), a continuación exponemos una serie de principios básicos de trabajo con grupos que también debe conocer para el desempeño de la acción docente:

1. Creación de un ambiente conducente a la resolución de problemas: posibilitando la comunicación, el intercambio, la participación, la espontaneidad, la igualdad de atención, igualdad de trato, respeto mutuo, etc.

2. clima de confianza: se han de reducir al máximo las tensiones y los sentimientos de intimidación. Las relaciones interpersonales amistosas, de camaradería, etc. ayudan a reducir la intimidación y permiten el cambio de actitudes, traduciendo los problemas interpersonales a objetivos del grupo.

3. Liderazgo compartido: asumimos un liderazgo compartido cuando las funciones del mismo están distribuidas en todo el grupo, con lo cual existe mayor dedicación a la tarea y se permite la máxima evolución de los⁄las integrantes del grupo.

4. Desarrollo de objetivos del grupo: la formulación explícita de los objetivos aumenta la cohesión y el sentimiento de “nosotros y nosotras” en el seno del grupo, con lo que se incrementa la participación en la toma de decisiones y la tarea del grupo.

5. flexibilidad de organización: la formulación de los objetivos y contenidos del proceso de aprendizaje no tiene por qué ser algo estático. El grupo debe asumir los cambios e imprevistos que puedan ir surgiendo en el proceso.

6. comunicación y consenso en la adopción de decisiones: se debe crear un clima en el que las personas perciban y se sientan en libertad de acción, evitando la polarización de opiniones.

7. comprensión del proceso grupal: la comprensión del proceso nos remite a la consideración de todos los elementos del mismo: objetivos que se persiguen, actividades que se desarrollan,  metodologías utilizadas, evaluación del proceso de enseñanza-aprendizaje...

8. Evaluación de objetivos y actividades: una evaluación continua de los objetivos y de las actividades del grupo, permite una depuración y una modificación inteligente del proceso de resolución de problemas, en cualquier fase de toma de decisiones. En todo momento se han de adaptar los objetivos, contenidos y actividades a los intereses y ritmo del propio grupo, proporcionando la flexibilidad organizativa que anteriormente apuntábamos.

LOS ROLES EN EL GRUPO

        Por rol entendemos “el conjunto de conductas propias de cada uno⁄a de los miembros del Grupo o los diferentes papeles o actuaciones de los mismos”.

        Cada uno⁄a de nosotros⁄as poseemos una serie de rasgos y características que hacen que nos comportemos de una forma determinada y en función de esto, desempeñamos un papel (rol) dentro del grupo. Evidentemente, estos roles no son absolutos. podemos tener a un⁄a alumno⁄a en el que se manifiesten distintos roles. Lo cierto es que cada alumno⁄a adopta una actitud y comportamiento diferente ante el formador⁄a, ante sus compaÑeros⁄as y ante el tema que se trata; y estos comportamientos diferentes son los que enriquecen al grupo y ayudan a su desarrollo. Así pues, la labor del⁄ de la formador⁄a es identificar las características de sus alumnos⁄as evitando las “etiquetas” y descubrir que detrás de esas características más sobresalientes hay otras muchas facetas que no se deben perder de vista.





ROLES Y ESTRATEGIAS DE ACTUACIóN

        A continuación ofrecemos una lista con los roles más siginificativos con los que se encuentra o puede encontrar el⁄la formador⁄a y algunas estrategias de actuación ante determinadas  situaciones:

        - El⁄la tímido⁄a: tiene ideas pero le cuesta exponerlas por falta de seguridad en sí mismo⁄a, por miedo a los demás o porque menosprecia sus aportaciones.
        Tendremos que ayudarles a vencer su timidez haciéndole preguntas lógicas y fáciles, reforzando positivamente sus intervenciones cuando sean buenas para, de esta forma, aumentar su confianza. Debemos también hacer referencia, durante el desarrollo de la clase, a las aportaciones hechas por él⁄ella.

        - El⁄la pasivo⁄a: no participa nada y manifiesta su falta de interés. Se resiste a las preguntas del⁄ de la formador⁄a.
        En este caso nos puede ayudar el trabajo en pequeños grupos, en los que se concluya con preguntas como ¿qué hemos aprendido hoy? ¿qué queremos aprender a partir de hoy?. Les obligamos a que participen.

        - El⁄la “falta de base”: pregunta aspectos que ya se dan por sabidos y hace perder el tiempo a los demás.
        Decirle que en el descanso hablará con él⁄ella. proponerle tareas al margen de la clase.

        - El⁄la mudo⁄a voluntario⁄a: se desinteresa de todo negándose a participar, bien porque se sobrevalora y desprecia al grupo, bien porque piensa que nada de lo que se dice es importante.
        Debemos tratar de despertar su interés pidiéndole su parecer sobre un punto que conoce para que nos ayude al enriquecimiento del tema. También debemos matizarle con diplomacia sus juicios para darle a entender que también puede aprender. En algunos casos podemos someter al juicio del grupo sus afirmaciones.

        - El⁄la distraIdo⁄a: es distraIdo⁄a y distrae a los demás. pocas veces sigue el desarrollo del tema y cuando lo hace distrae al que habla y a los que escuchan. AÚn así, hemos de tener en cuenta que también tiene algo positivo que decirnos y no conformarnos con la típica postura de “al menos que no distraiga a los demás”.
        En estos casos podemos ejercer un cierto control a distancia, mirándolo⁄a con frecuencia.
        También podemos invitarle a participar mediante preguntas directas, diciendo su nombre primero para atraer su atención, y después hacerle la pregunta con un breve resumen de lo comentado para que se centre en el tema. Así evitamos dejarle en ridículo, ya que sus intervenciones pueden ser positivas.

        - El⁄la interrogador⁄a: formula preguntas, busca aclaraciones y repeticiones. puede ser crítico⁄a constructivo⁄a o por el contrario puede hacer preguntas engañosas con la finalidad de criticar nuestras respuestas y que así acepte su punto de vista.
        En este caso, no debemos caer en la trampa que el⁄la alumno⁄a nos tiende; por que la clase se convertiría en un diálogo formador⁄a-interrogador⁄a. podemos derivar las preguntas al resto de sus compaNeros⁄as para que no se conviertan en espectadores⁄as. También podemos dejar las respuestas para el final de la clase argumentando que no son del interés de los compañeros⁄as.

        - El⁄la obstinado⁄a: suele interrogar sistemáticamente el punto de vista de los⁄as demás y también el del⁄ de la formador⁄a. No quiere aprender de otros, lo que pretende es imponer su criterio. Los⁄as que no comparten sus opiniones son enemigos.
        Ante este caso debemos apoyarnos en el grupo y hacerle ver que hay otras opiniones y que la finalidad de un diálogo no es tener la razón. podremos también formular con claridad sus ideas para planteárselas al grupo. Otra posibilidad es aparcar sus afirmaciones para el final de la clase. También se puede hablar en particular con El⁄ella y mostrarle que esa actitud le traerá consecuencias negativas en el grupo.


        - El⁄la terco⁄a o quisquilloso⁄a: le gusta llevar la contraria, parece que se opone por gusto poniendo en duda todas las afirmaciones sobre el tema y provocando tensiones. por su forma
de actuar, la clase se convertirá en un campo de lucha donde habrá vencedores⁄as y vencidos⁄as.
        Hay que procurar ante estas situaciones no perder la calma ni “entrar al trapo”, aunque algunas veces resulte difícil. podemos poner la excusa de la falta de tiempo y procurar destacar lo bueno de sus intervenciones y luego seguir con el tema. ¢uando la opinión sea sostenida sólo por él⁄ella, podemos oponerle al grupo. Si sigue insistiendo debemos replantear de nuevo la discusión, englobando sus contribuciones y las de la mayoría.

        - El⁄la “sabelotodo”: pretende impresionar a los⁄as demás con sus conocimientos. puede ser una persona informada o un⁄a experto⁄a en la materia; pero también puede ser un⁄a simple charlatán⁄a que con habilidad se anda por las ramas. puede hacer preguntas molestas y buscar los puntos débiles de nuestras argumentaciones.
        Actuaremos con cautela buscando el apoyo del grupo. Reforzaremos y elogiaremos sus intervenciones si nos ayudan al desarrollo del tema, pero también las de los demás miembros de la clase. Si sus argumentos no son oportunos, podremos matizar sus afirmaciones e incluso presentarlas como un punto de vista más, pero no el Único. También deberemos favorecer las intervenciones de los demás y reforzar la confianza del grupo en sí mismo. Si se empeÑa
demasiado en intervenir, podremos solicitarle un resumen más claro de sus argumentaciones y plantearles preguntas y problemas difíciles.

        - El⁄la manipulador⁄a: tiene manías, ideas fijas o casi dogmáticas, interrumpe, trata de dirigir el grupo, usa grandes monólogos, afirma con seguridad y suele ser bastante susceptible.
        Con estas personas actuaremos con tacto. Debemos hacerle comprender que existen otros puntos de vista igualmente válidos. También debemos recordarles cuáles son los objetivos que perseguimos. Aprovecharemos sus ideas matizándolas y conectándolas con nuestro tema.

        - El⁄la Monopolizador⁄a: tiene tendencia a hacer uso de la palabra mucho más que los demás y casi siempre de sus temas favoritos. Trata con argumentaciones larguísimas que apoyemos sus puntos de vista.
        En estos casos el propio grupo terminará haciéndole ver que debe ser más conciso. con él o ella trataremos de hacerle volver al tema y le pediremos que sea breve en sus intervenciones.
        Además, favoreceremos las intervenciones de los demás haciendo preguntas.

        - El⁄la payaso⁄a: realiza un exceso de bromas que hacen perder el tiempo y desconcentrar al grupo.
        Ignorarle y poco a poco se dará cuenta de que se está “pasando”.

        - El⁄la líder: el grupo está muy pendiente de él⁄ella. Si es positivo es muy cooperador; si es negativo puede perjudicar la marcha del programa.
        Reconocer el liderazgo y proponerle tareas que le hagan cooperar de forma positiva; “metérselo en el bolsillo”.

        Además de todos estos roles que suelen provocar dificultades, citaremos algunos que contribuyen de forma importante a los procesos formativos:

        - El⁄la armonizador⁄a: concilia posiciones opuestas, cumple y acepta a los demás tal y como son.

      - El⁄la alentador⁄a: fortalece al grupo, es cordial, amistoso y diplomático.

        - El⁄la aclarador⁄a: vuelve a enunciar una cuestión o solución con fines de esclarecimiento,  sintetiza en las discusiones e informa a los nuevos miembros poniéndolos al día.

        - El⁄la reductor⁄a de tensiones: ayudan al grupo contando chistes o frases concurrentes para que se reduzcan las tensiones. Suele ser de los miembros más populares del grupo.

        - El⁄la opinante: aporta una idea u opinión sobre algÚn problema o cuestión y ofrece su experiencia sobre lo que se está tratando.

    - El⁄la iniciador⁄a: sugiere procedimientos, propone soluciones alternativas; es una persona de ideas.

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