EL ROL DEL FORMADOR DE ADULTOS
ASPECTOS METODOLÓGICOS DE LA FORMACION DE ADULTOS. ROL DEL FORMADOR DE ADULTOS
Rosa Ameijeiras Saíz
El acceso del adulto a la formación se produce en función de diferentes motivaciones. En algunos casos se trata de dar respuesta a unas necesidades básicas, encaminadas a sobrevivir. Cuando éstas han sido satisfechas, empiezan a surgir otras de un nivel más elevado, cómo las de seguridad, ya sea personal ó laboral, las sociales, cuyo fin es sentirse aceptado, querido ó estimado, las referidas al propio auto- concepto personal, que intentan potenciar aspectos de autonomía ó competencia personal, social ó laboral, y, por último, las de realización -ó más bien auto- realización,- con las que pretendemos potenciar nuestros aspectos más humanos, más espirituales y creativos.
Las características propias del adulto, de las que hablaré a continuación, van a condicionar el tipo de intervención educativa y el papel -o "rol" - del formador de adultos. Pero, además, a éstas particularidades, debe añadirse un esfuerzo añadido: El de conjugar y responder a los diferentes y muy diversos puntos de partida de cada uno de los adultos a los que tenemos que ayudar en su formación.
CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL APRENDIZAJE ADULTO
A la hora de enfrentarnos cómo formadores a un grupo de adultos, es lógico que - cómo adultos que también somos, - acudamos a nuestras propias experiencias de aprendizaje, ya sea de nuestro período infantil ó juvenil. Es lógico, también, que recurramos a principios metodológicos que nos han sido aplicados , y a recursos ó vivencias educativas que hemos experimentado. Sin embargo, hay algunos aspectos característicos de la forma de aprender de la persona adulta, que deben ser tenidos en cuenta. Señalaremos algunos de las más importantes, ya que luego, a su vez, van a tener su incidencia en el diseño de la metodología que apliquemos.
1- CONCEPTO DE SI MISMO
Los niños y los jóvenes tienden a ser dependientes. Todo el mundo entiende que se les aconseje, oriente y hasta se les impongan ciertos criterios ó alternativas. El adulto,- aún cuando no sea cierto totalmente- se considera a sí mismo cómo una persona autónoma y responsable de sus actos. Este auto- concepto de sí mismo, exige de los demás respeto y comprensión de su capacidad y competencia para dirigir su propia vida. Por lo tanto, no admitirá que se le trate cómo si fuera un niño, que se cuestione su capacidad de decisión, se le diga constantemente lo que tiene ó no tiene que hacer, ó se le mande callar.
Consecuencias metodológicas
De acuerdo con la premisa anterior, deberemos cuidar con esmero el entorno físico y material en el que va a desarrollarse la formación de la persona adulta, ya que nuestro interés debe estar en crear un "buen ambiente", que facilite la interacción y el trabajo mutuo. Debemos considerar, que éste entorno no siempre tiene porqué responder a las estructuras espaciales y físicas tradicionales de un aula.
El adulto puede reflexionar y valorar por sí mismo sus capacidades y sus necesidades. Para ello, deberemos utilizar técnicas que potencien su capacidad de análisis y no imponerlas nosotros sin su participación activa.
La persona adulta pude participar en el diseño de su formación y en su auto- evaluación. Necesitaremos para ello, métodos que fomenten la participación y la resolución de conflictos en el grupo, que deberemos utilizar cómo medio de aprendizaje.
2- EXPERIENCIA.
La experiencia vital que acumula el adulto difiere de la del joven. Su dependencia del profesor ó formador es menor, se acomoda bien a nuevos conocimientos que estén relacionados con sus propias experiencias pasadas, que obviamente son mas numerosas que las del joven. Tienen más desarrollados ciertos hábitos: toma de decisiones, razonamiento o búsqueda de recursos. Sin embargo, en otros aspectos necesitan más estimulación cómo en el trabajo en equipo ó el desarrollo creativo.
Consecuencias
Esta característica nos obliga a plantear una metodología que supere la llamada "clase magistral", ó los apuntes tradicionales, para concentrarnos en métodos que faciliten más el aprendizaje en grupo, la discusión ó el razonamiento y que permitan el enriquecimiento de todos basándose más en la experiencia de los participantes: Estudio de casos, Role- Playing, Método de proyectos, trabajos en equipo...En general, métodos que les permitan reflexionar y aprender de sus propias experiencias en un ambiente adecuado que no inhiba ó amenace su natural manifestación.
3- MOMENTOS PARA APRENDER
El adulto pasa por diferentes etapas en su evolución vital, que condicionan sus intereses y motivaciones para aprender.
Podemos distinguir las más importantes:
1ª- Elección compañero, iniciación vida personal, crianza de los hijos, incorporación círculo social, de amigos...
2ª- Profundización relaciones conyugales, mantenimiento nivel económico, ascenso escala profesional, plenitud de responsabilidades cívicas y sociales, actividades adultas, de ocio..
3ª- Etapa de madurez, aceptación de la disminución de las facultades físicas, proceso de jubilación, aceptación muerte del cónyuge, entorno físico satisfactorio, ocio.
Las distintas etapas, marcan diferentes roles a desempeñar: por parte del adulto: compañero, trabajador, padre, esposo, hijo, ciudadano, miembro de una organización... Por lo tanto, los intereses que le motivan a formarse van a ser diferentes: Desde conseguir un empleo y posteriormente adquirir técnicas ó destrezas especiales para dominarlo y promocionarse profesionalmente a puestos con más responsabilidad, hasta la adquisición de competencias sociales que le permitan desenvolverse mejor cómo padre- madre, miembro activo de una sociedad ó ciudadano.
Consecuencias
Los contenidos de aprendizaje deben depender más de éstos momentos vitales del adulto y de sus intereses, que de la lógica de una materia ó una asignatura concreta. En algunos momentos, los grupos serán homogéneos, con particularidades o características evolutivas comunes. En otros, nos encontraremos con grupos más heterogéneos o deberemos formarlos nosotros mismos, si tenemos que enfrentarnos a unos objetivos de formación comunes.
4- PERSPECTIVA PERSONAL
La perspectiva temporal del niño ó del joven es muy diferente de la del adulto. En el primer caso, la aplicación práctica de los conocimientos adquiridos deberá posponerse ó esperar por tiempo indeterminado, pero siempre en clave de futuro. Lo aprendido pasará a formar parte de un conjunto de conocimientos, habilidades, destrezas ó técnicas cuya utilidad será rentabilizadas a lo largo de la vida adulta.
En el caso del adulto, se acomete la decisión de aprender respondiendo a una urgencia vital, ya sea personal, laboral ó social, que le exige unos conocimientos ó destrezas que puedan ser aplicadas inmediatamente y que le sirvan para solucionar su problemática presente.
Por otra parte, el tiempo del que dispone para su formación, puede ser considerado por el adulto cómo un tiempo perdido, a pesar de serle necesario para resolver sus problemas actuales.
Consecuencias
Las características anteriores obligan a considerar cómo punto de partida de nuestra labor educativa, la problemática que sustenta la necesidad formativa del adulto y responder de forma coherente a sus expectativas.
Por otro lado, el tiempo del que disponemos no es sólo nuestro, y va a ser enjuiciado con más rigor, por lo que deberemos buscar la eficacia en la formación y una relación equilibrada entre contenidos y duración de las actividades diseñadas.
EL ROL DEL FORMADOR DE ADULTOS
Cómo hemos podido observar a lo largo de las reflexiones anteriores, el papel ó "rol" del formador de adultos, tiene unas peculiaridades que intentaremos resumir a continuación.
Desde un punto de vista metodológico, debe estar adecuadamente preparado en técnicas y modos de intervención ajustados a las necesidades del adulto: Enseñanza participativa, trabajo en equipo, estudio de casos, técnicas creativas...
Desde un punto de vista personal, asumir su función de mediador ó facilitador del aprendizaje, y un convencimiento claro de su papel de "aprender junto a", potenciando una adecuada relación con y entre los alumnos, buscando de forma constante respuestas de comprensión y asimilación, lo que le exige un "talante pedagógico" abierto y receptivo, y en constante disposición de escucha y auto- evaluación.
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